Que soy un quejoso, es algo que irán descubriendo a medida que me conozcan.
Soy un recopilador de cosas que molestan en general, pero que son aceptadas socialmente.
Una de esas es el chicle. Esa costumbre pavota de andar rumiando como vacas, no sólo es desagradable, sino que además, la gente que masca chicle se cree con derecho a ejercer ese hábito en cuanto lugar de le ocurre.
Ya es bastante grave sentirse con derecho a andar tirándole ese aliento asqueroso con olor a desodorante de baño, en la cara de cualquier que además, no tienen la delicadeza de fijarse en el lugar en el que están y no cometer esa falta de respecto de masticarle a alguien en la cara, además del ruido desagradable de los chasquidos.
Hace años que comer con la boca abierta es signo de mala educación e ignorancia, en cada masticada un sinnúmero de polvo invisible, bacterias extrañas e incluso cuanto elemento extraño haya en el aire se mete en la boca que ahora tiene esa mezcla pegada a la goma infecta.
La cultura del chicle, es casi un emblema de juventud, no sé cómo ha sobrevivido ese hábito tan dañino para los dientes, como para el estómago, pero me pregunto qué les pasa a los padres que si bien se ocupan de enseñarle a los niños que deben comer con la boca cerrada, dejan pasar ese hábito tan asqueroso e insalubre como comer con la boca abierta.
Este hábito tiene más de 11 mil años de antigüedad, así como leen. La goma, la produce un árbol, que al ser atacado por algún animal o insecto segrega el líquido que llamamos goma.
Ese supuesto símbolo de juventud, tiene más años que algunos cadáveres arqueológicos, y también peor reputación, los médicos están cansados de ver todo tipo de trastorno digestivo debido al falso estímulo de masticación que hace segregar jugos gástricos que a falta de comida real en el estómago ataca las paredes del estómago provocando en algunos casos graves úlceras.
Será un símbolo de juventud, pero es símbolo también de ignorancia, de mala educación y sobre todo de estupidez.
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